Tras las noticias publicadas en estos días acerca de lo ocurrido con @arii, la instagramer con más de 2,6 millones de seguidores que no consiguió vender ni 35 camisetas, se nos plantea si el uso de estos influencers es realmente importante para las marcas.
El escándalo ha destapado cómo muchos de ellos ni siquiera tienen seguidores reales, a veces los compran y en otras ocasiones son bots, seguidores falsos automatizados. Ni siquiera los likes o los comentarios son ciertos, también son susceptibles de adquirirse en internet por un módico precio. Pero este no es el único problema, los hay que se dedican a conseguir exclusivamente beneficios de las marcas solo por hablar de ellas, noches de hotel gratis, comer gratis para publicitar acerca de las bondades de un restaurante…etc.
El mundo de los influencers ha crecido en los últimos años exponencialmente porque las marcas han confiado en ellos, se les ha dado credibilidad, tanto ha sido así que ser influencers se ha convertido en un negocio muy lucrativo, casi una profesión. En ese momento, quizás, cuando dejaron de tener eficacia, de ser creíbles, se alejaban de su público. Pasamos entonces de los macroinfluncers que ya se han quedado demasiado grandes, a considerar a microinfluencers e incluso a los nanoinfluencers.
Los microinfluencers, con menos seguidores, más reales quizás y con más engagement, parecen ser los ganadores de la inversión que se realizará en el sector durante 2019. Según un estudio de IAB España el 67% de los encuestados opina que los microinfluencers mejoran la percepción de la marca.
Aun así, la duda sigue estando en el aire, ¿ha llegado el fin de los influencers, macro, micro o nanoinfluencers? La saturación de estos individuos es tan grande que es probable que ya no obtenga los resultados que se esperan, la dificultad de medirlos o transformarlos a rentabilidad también nos deja una duda razonable en el aire. ¿Qué sería más eficaz contratar a un gran influencer para llegar a millones de seguidores o 100 microinfluencers para llegar a un millón de usuarios? ¿Son reales los usuarios? ¿Tienen algún efecto en la marca? Y lo más importante ¿Es el coste de inversión tan rentable con respecto a los resultados de la marca?
La solución la iremos viendo a lo largo de este año, según el comportamiento de los influencers y sus seguidores, probablemente con un mayor control, más herramientas de medición que definan bien seguidores reales, engagement y rentabilidad.